Me encantan las fotografías, los videos, todo aquello que inmortalice un recuerdo. Existen fotos que me transmiten emociones tanto positivas como negativas, ¿qué sería el mundo sin esta tecnología tan impresionante?
Me encantan las cámaras, ser filmada, de cualquier ángulo, como si estuviera trabajando para una película de bajo presupuesto o del mejor estudio cinematográfico. Sueño despierta, muchísimo, pensando que estoy siendo filmada y debo ser mi mejor versión para que aquella inmortalización de mi imagen no me avergüence en el futuro.
Me gusta la actuación, tener un personaje, no tener que ser siempre yo, ser yo misma es aveces muy egoísta porque soy egoísta y me doy cuenta muy tarde.
Tengo la necesidad de filmar todo a mi paso, a fotografiar cada cosa que vea pasar y detenerme a pensar que todo lo que hice ya quedó atrás, no poder volver, no poder mirar adelante porque el tiempo avanza, yo no avanzo y no encuentro el ritmo. Es horrible no poder meterme dentro del video y ver todo como si fuesen mis ojos, es horrible que los momentos más lindos de mi vida no hayan sido grabados con la misma calidad que mis ojos, que no hayan sido ni fotografiados y ahora tenga el recuerdo en mi mente, tengo miedo de olvidarlos y no recordar las cosas de la misma forma viva que en su momento.
Las personas se van de mi vida pero se quedan en mis fotos, esas personas parece que jamás se fueron, siempre estuvieron, siempre van a estar y yo siempre voy a estar con ellos. Me abruma cuando suceden con personas con las que quiero olvidar su existencia, es imposible borrar en su totalidad a alguien que alguna vez compartiste un recuerdo, los recuerdos no se borran, se esconden y regresan en su momento.
Tengo miedo de no ser recordada de la misma forma, quiero asegurarme que el día que no esté aquí, mis videos, fotos y todo tipo de verificación de mi existencia sean las que muestren mi mejor versión de mí, que todos mis escritos no sean alterados, que mi privacidad esté en manos de alguien que pueda confiar, que pueda morir tranquila sabiendo que mi dignidad permanecerá intacta hasta que mis restos sean parte de la tierra.
No necesito morir para estar muerta, no necesito insistir en una mejor versión de mí cuando no la hay, siempre existirá una versión de mí creada a partir de los falsos rumores. Nunca la conoceré ni podré corregirla, quizás ya no exista o todavía está siendo desarrollada y necesita más figuras paternas para determinar totalmente qué tipo de persona supuestamente soy.
Quiero regresar a mi edad más joven, a los quince años, mi yo de ese momento no esperaría para nada este futuro para ella, yo tampoco, Salomé.
Era una chica muy linda, sana, con los mejores amigos y con unas grandes habilidades sociales que extinguieron la timidez que llevaba conmigo desde muy pequeña. Apasionada, segura, libre y firme ante las discusiones. Rebelde, inteligente, viva, donde mis responsabilidades se centraban en mejorar académicamente.
Quiero tener quince años para siempre, quiero vivir como cuando tenía quince años, quiero vivir, sentirme viva y no tener miedo a dejar de estarlo. Dejar de atascarme, desmotivarme, tirarme abajo, priorizar mis problemas, seguir perdiendo todo lo que conseguí con mi esfuerzo, ¿por qué me odio tanto?
Estoy muerta en vida, Salomé. Haces cada cosa para distraerte, pasarla bien, ganar experiencias y crear nuevas anécdotas, pero sabes muy bien que terminas siendo arrastrada al mismo sentimiento de vacío del que intentas escapar con tal de no ser una carga. Sos muy egoísta, Salomé.
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