Ayer encontré un cuaderno sin uso, me gusta su tapa lisa y la suficiente cantidad de hojas como para escribir lo que se te ocurra, cuarenta y dos hojas en total. Estos cuadernos no caen del cielo, mi padre lo trajo junto con una mochila y útiles escolares de tercera marca que le dan de su trabajo. Mi hermano no los necesita, nadie más en toda la casa necesita ese cuaderno ni esa mochila, entonces me los quedé.
Ahora mismo tengo este cuaderno del lado izquierdo de mi escritorio, específicamente al lado de la computadora en la que estoy escribiendo este post. No sé qué escribir en él, tengo muchas cosas pero a la vez mucho miedo de que mi privacidad sea nuevamente invadida y expuesta de la peor manera. Es irónico lo que digo, si por aquí hablo más de lo que puedo hacerlo en frente de otras personas, sólo porque no sé quién eres y al mismo tiempo, me da gusto que el internet me de este espacio para compartir las cosas que tengo con la esperanza de recibir el apoyo que dudo merecer y porque también me agrada dejar mi huella en este mundo digital.
El cuaderno es azul, como si fuese de Matemáticas, el color paralelo a mi último cuaderno que no volví a usar desde 2019. Es bastante disimulable pero las dimensiones del cuaderno llegan a ser las mismas que el anterior, no podría volver a escribir mis sentimientos como antes, tengo mucho miedo de volver a ser expuesta, a parte, me costaría mucho dejar mis sentimientos escritos, no es lo mismo que hablarlos. Las palabras que digo se disuelven en el aire y nada las retiene a menos de que sean grabadas, las palabras que escribo se inmortalizan en la tinta y el papel, cualquiera capaz de comprender mi caligrafía y malinterpretar mi horrorosa redacción sabría qué hay escrito en esas páginas.
Por lo tanto, podría escribir cosas simples y superficiales, seguramente felices, necesito encontrar los momentos de felicidad que hay repartidos en la vida y nuestro día a día. Sólo quiero sentirme bien conmigo misma de una vez.
¿Qué escribirías en el cuaderno azul?
Salamelín~
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